15/6/09

La felicidad




Hoy leía en el blog de Ivy, en un post antiguo, algunas cosas que nos hacen felices a las mujeres, les recomiendo que lo lean porque es muy gratificante. Eso me hizo pensar cuáles son las causales de mi felicidad.


En primer lugar aclaro que no creo en la felicidad "24 hs.", pero si siento que a pesar de las adversidades se puede ser positivo y ponerle buena onda a cada minuto que se nos regala en esta vida.


En cada etapa de la vida las prioridades cambian y por supuesto la felicidad llega de manera diferente.


Mi mayor felicidad son mis hijos, sus formas de ser tan diferentes, sus sonrisas, sus besos, verlos crecer y caer en la cuenta de que falta muy poco para que "vuelen" para lograr sus sueños.




Seguir enamorada del mismo hombre a pesar de todo y de todos, del tiempo y del agua que sigue pasando debajo del puente.



Saber que mi mamá está tan cerca que puedo darle todos los días un beso y saber que después de tanto cuidarme, hoy puedo hacer lo mismo por ella.






Tener amigas leales, las que conozco desde la infancia y las que la vida me fue regalando a lo largo del camino: Sandra, Rita, Adri, Andy, Vivi, Nancy, Monica.





Soy feliz con mi forma de ser, porque no me callo lo que siento (aunque me cause problemas), porque perdí las inhibiciones de la adolescencia y hago lo que quiero, cuando quiero, sin rendirle cuentas a nadie, porque no creo en las culpas pero sí en las responsabilidades. Porque viajo cada vez que puedo, y si tuviera plata la gastaría toda, disfrutando de las maravillas del mundo que me encantarían conocer.
Soy feliz y me siento muy orgullosa con mis logros y, cuando fracaso, me bajoneo pero nunca bajo los brazos, porque siempre tengo guardado un sueño por cumplir.



Me emociona saber que mi hijo este año termina la Secundaria, que se va de viaje de egresados, que en diciembre en su fiesta de colación bajará las escaleras de mi brazo y que voy a llorar como loca cuando le entreguen su diploma y sobre todas las cosas porque es una maravillosa persona.




Me siento feliz cada vez que mi hija me mira y la puedo acariciar y besar, porque antes de cumplir un mes de vida casi se muere y siento que cada segundo que ha vivido desde entonces, sana y feliz, es el mejor regalo que me ha dado Dios.





Me siento feliz porque mi viejo desde arriba me acompaña cada día, y mis logros son también sus logros y en cada caída me ayuda a levantarme.



Sólo le agradezco a DIOS esta vida que me ha regalado y me permite disfrutar.