28/2/08

¿Dónde están los hombres?

La reputación de los hombres es tema que da para tratar largo y tendido.
Como para cada niño hay una escuela ideal, para cada mujer el hombre con reputación ideal es distinto.
Para algunas su "media naranja" es el tipo tranqui, que la lleva al trabajo, la acompaña al médico, lleva los chicos al colegio, le prepara el desayuno y se lo lleva a la cama, le ayuda con las compras (que ella paga, porque con tanta tarea hogareña, él no aporta un miserable peso) y de vez en cuando le da una noche movida en la cama.
Otras los prefieren super lindos, musculosos (no importa si el cerebro está conectado al resto del cuerpo), con buenas pilchas, a veces más jóvenes, a veces con más cirugías estéticas que ellas y, que a veces las llevan a la cama, siempre y cuando haya un espejo cerca para que puedan mirarse. Son las que después lloran horrores si sus Narcisos las engañan con la primera tonta que se les cruza, que a veces, es su mejor amiga.
Hay mujeres que adoran a los hombres formales. El marido perfecto: educado, profesional, que nunca se sale de sus casillas. Siempre impecable, atento, que envía flores o compra un regalo para cada aniversario. Las llevan de vacaciones a la playa y las hospedan en hotel, para que las reinas de la casa descansen y, ni siquiera tengan que tender una cama. Tienen buna perfomance en la cama, pero todo medido, nada fuera de los límites. Son como el reflejo de "papá".
Están las que los prefieren independientes, libres como los pájaros, los que no quieren compromisos, los que no aceptan reproches, pero se resienten si la mujer osa ponerlos en su lugar. Son veletas, celosos, bipolares, callados y cerrados como mulas cuando escuchan lo que no quieren oir. Son intensos a la hora del sexo, pero no saben manejar la situación después del orgasmo. Especialistas en herir los sentimientos femeninos, no dudan en huir sin previo aviso si alguna situación los supera o, peor aún, si sienten que se están enamorando.
Se podrían enumerar muchas otras categorías: los buenos padres, los que viven para trabajar, los que viven para su cuerpo, los que jamás escuchan, los fiesteros, los ultraaburridos, los orgullosos, los infieles, los... bueno la lista es interminable.
Ahora bien, existen categorías masculinas que gozan de ¡¡¡pésima reputación!!!: los que todavía siguen pegados a la pollera de mamá, los que comparan a sus mujeres con su mamá, los solterones, los celosos, los que te dejan en el banco de suplentes si el programa son los amigos y el fútbol (o cualquier otra cosa, ya que cualquier colectivo les viene bien para dejarte de lado) y los casados.
Lo seguro es que siempre hay una mujer que los elige, los sufre y se queja, pero nunca los deja.
Como se dice por ahí "a las mujeres nunca hay nada que las conforme" y yo pienso que esto tiene que ver conque no sabemos lo que queremos y nos equivocamos en las elecciones.
¿Por qué siempre nos atraen los de reputación dudosa? Somos masoquistas!!!
Claro que yo canto de oído este tema, porque mi marido es el HOMBRE PERFECTO...!!!!???



27/2/08

Los buenos amigos


Siempre, desde que era la "defensora de pobres y ausentes" en mi infancia, he tenido, al decir de los demás, reputación de buena amiga.
Muchas veces pienso que tendría que haber sido psicoanalista, porque tengo la tendencia a entender todo de todos, a brindar sugerencias (no me gusta dar consejos, a menos que yo haya pasado por la misma situación), a decir de frente las cosas que me gustan y las que no. Por supuesto, puedo con la vida de otros, pero no con la mía...
Pero tener buena reputación como amiga no siempre es saludable, porque una buena amiga detesta mortificar a sus amigos con sus propios problemas y, cuando se siente bajoneada como yo en este momento, se encierra, no cuenta, no comparte, por no querer cargar a otros con sus historias.
Tal vez a los cuarenta y tantos he comprendido que mis dilemas existenciales son insulsos comparados con los de mis amigos; tal vez algunas veces me fallaron los que pensé eran mis buenos amigos y ya nunca más pude abrir mi corazón de la misma manera... Tal vez les hice reputación de buenos amigos y pensé que eso significaba fidelidad absoluta, sin entender que la amistad no es una simbiosis, es más bien un mutualismo, en el que dos individuos se apoyan, se respetan, se quieren, cada uno con su estilo, sus criterios e individualidad.
En este preciso momento me cae la ficha de que tengo una amiga desde hace cuarenta años!!! Nos han separado las distancias, pero siempre, por lejos que estuviésemos, hemos estado unidas por el corazón. Hemos reído y llorado juntas tantas veces!! Este es un caso claro de amistad que pasa a ser una hermandad del alma.
La vida me ha regalado varias amigas que son mis hermanas del corazón. Cada una con su estilo, con su forma de pensar y de vivir , todas excelentes personas.
También tengo buenos amigos. La visión masculina de las cosas es tan singular y diferente a la de las mujeres, que vale la pena escucharlos, aunque cuando están bajoneados son peores que la más histérica de las féminas. Muchos no creen en la amistad entre un hombre y una mujer. Yo sí. Todo es cuestión de saber mirar al otro sólo con ojos de amigo y no confundir sentimientos. Eso ... eso es un buen tema para otro post.
Ahora me voy a llamar a una amiga para contarle mis desventuras, aunque se mortifique un poco. Al fin y al cabo ... en las buenas y en las malas, siempre están los BUENOS AMIGOS!!

26/2/08

A cierta edad ...

A cierta edad ... ¿a quién le importa la reputación, si se tiene en claro todo lo que la presentación siguiente nos revela? Me pareció genial y valiosa para compartirla. ¡Que la disfruten!!

18/2/08

Mujeres ... ¿de mala reputación?

Desde muy niña escuché el discurso (castrador y machista) de la reputación femenina. Supuestamente, las mujeres de "buena reputación" se casaban "bien", tenían hijos, los criaban, preferentemente se dedicaban a los quehaceres domésticos , tenían una vida social muy familiar y terminaban su apacible vida cuidando nietos.
¿Qué significaba para nuestros abuelos una mujer de "buena reputación?. Una señorita de su casa, hacendosa, que sabía coser, cocinar, bordar y abrir la puerta para ir a jugar.... como La Farolera que nos hacían jugar, para ver si esa idea nos calaba a las más chicas. Pocas eran las que osaban trabajar fuera del hogar. Algunas de ellas no tenían "buena reputación" por el solo hecho de romper la regla de permanecer en casita, exclusivamente al servicio del bienestar familiar. De allí surgieron nuestras madres, casadas con hombres criados y mentalizados por nuestras abuelas, que a esa altura habían entendido que tanta abnegación se llamaba sometimiento. Nuestras madres, que tenían claro que tanta devoción no era buena para la salud mental femenina, ya se animaban a usar pantalones, muchas trabajaban fuera del hogar como profesionales (la mayoría docentes), casi todas se esmeraron en explicarnos a las más chicas que la familia es lo principal, pero no es el único ámbito en el que una fémina debe desarrollarse.
Y bue...después llegamos nosotras, las que hoy vivimos la crisis de lo 40 con mayor intensidad que nuestras antecesoras, que ni cocinamos ni bordamos tan bien como la nona, que hemos formado o no una familia, pero que somos empleadas, profesionales, jefas y, gracias a Dios, independientes económicamente. Aquí estamos, tratando de sostener nuestra buena reputación como madres, esposas, hijas, amigas, pero le sumamos el anhelo de tener buena reputación en nuestro medio social y laboral, mostrando muchas más agallas que los hombres para enfrentar la vida, con sus alegrías y sus penas...Madres solteras, mujeres divorciadas, amas de casa siglo XXI (que no es lo mismo que cien años atrás), amantes, monjas, prostitutas, puritanas, esposas devotas, profesionales exitosas, amigas, fiesteras, huecas y superficiales, profundas y pensantes, envidiosas, sinceras y.... cuántas cosas más puede ser una mujer!! Y.... ¿quién se anima a juzgarlas?. ¿Quién decide cuál tiene mejor reputación?, ¿Quién sabe cuál es el límite?, ¿Quién señala y tira la primera piedra??...

¿Qué bicho me picó?

Hace tiempo que vengo maquinando la idea de hablar sobre las personas. Sobre los tratos que recibimos de acuerdo al sello que llevamos en la frente. Y me picó el bicho de sacar y compartir los pensamientos que, a veces, de tan escondidos que quedan en mi cerebro se pierden.
Me parece interesante explicarles que la vida me fue cambiando y que de ser una persona intolerante y muy estructurada, de a poco voy tratando de abrir mi mente y mi corazón para poder entender la loca realidad que me toca vivir. A esta altura puedo decir que soy bastante abierta y que si no coincido con lo que piensan otros, por lo menos respeto profundamente sus opiniones.
¿Cómo encaja esto con la reputación dudosa? Antes pensaba que una prostituta era una descarriada y que una monja era perfecta. Ahora creo que ambas son humanas y que cada una tuvo sus motivos para elegir su camino, que la perfección no existe y, que no todo es lo que parece.
¿Quién decide sobre la reputación de otros?. ¿Qué es la reputación en definitiva?: ¿una virtud?, ¿un castigo?, ¿una imposición social?
Como si no fuera complicado por sí solo el tema, se agrava aún más si pensamos que el 90% de las veces la cuestión de la reputación cae sobre las mujeres. ¿Son los malvados hombres los que nos señalan con el dedo o, las mismas mujeres, que limitan o critican en otras lo que quisieran ser y hacer y no se animan?
Todo un tema . Varios interrogantes... ¿ustedes qué opinan?