Desde muy niña escuché el discurso (castrador y machista) de la reputación femenina. Supuestamente, las mujeres de "buena reputación" se casaban "bien", tenían hijos, los criaban, preferentemente se dedicaban a los quehaceres domésticos , tenían una vida social muy familiar y terminaban su apacible vida cuidando nietos.
¿Qué significaba para nuestros abuelos una mujer de "buena reputación?. Una señorita de su casa, hacendosa, que sabía coser, cocinar, bordar y abrir la puerta para ir a jugar.... como La Farolera que nos hacían jugar, para ver si esa idea nos calaba a las más chicas. Pocas eran las que osaban trabajar fuera del hogar. Algunas de ellas no tenían "buena reputación" por el solo hecho de romper la regla de permanecer en casita, exclusivamente al servicio del bienestar familiar. De allí surgieron nuestras madres, casadas con hombres criados y mentalizados por nuestras abuelas, que a esa altura habían entendido que tanta abnegación se llamaba sometimiento. Nuestras madres, que tenían claro que tanta devoción no era buena para la salud mental femenina, ya se animaban a usar pantalones, muchas trabajaban fuera del hogar como profesionales (la mayoría docentes), casi todas se esmeraron en explicarnos a las más chicas que la familia es lo principal, pero no es el único ámbito en el que una fémina debe desarrollarse.
¿Qué significaba para nuestros abuelos una mujer de "buena reputación?. Una señorita de su casa, hacendosa, que sabía coser, cocinar, bordar y abrir la puerta para ir a jugar.... como La Farolera que nos hacían jugar, para ver si esa idea nos calaba a las más chicas. Pocas eran las que osaban trabajar fuera del hogar. Algunas de ellas no tenían "buena reputación" por el solo hecho de romper la regla de permanecer en casita, exclusivamente al servicio del bienestar familiar. De allí surgieron nuestras madres, casadas con hombres criados y mentalizados por nuestras abuelas, que a esa altura habían entendido que tanta abnegación se llamaba sometimiento. Nuestras madres, que tenían claro que tanta devoción no era buena para la salud mental femenina, ya se animaban a usar pantalones, muchas trabajaban fuera del hogar como profesionales (la mayoría docentes), casi todas se esmeraron en explicarnos a las más chicas que la familia es lo principal, pero no es el único ámbito en el que una fémina debe desarrollarse.
Y bue...después llegamos nosotras, las que hoy vivimos la crisis de lo 40 con mayor intensidad que nuestras antecesoras, que ni cocinamos ni bordamos tan bien como la nona, que hemos formado o no una familia, pero que somos empleadas, profesionales, jefas y, gracias a Dios, independientes económicamente. Aquí estamos, tratando de sostener nuestra buena reputación como madres, esposas, hijas, amigas, pero le sumamos el anhelo de tener buena reputación en nuestro medio social y laboral, mostrando muchas más agallas que los hombres para enfrentar la vida, con sus alegrías y sus penas...Madres solteras, mujeres divorciadas, amas de casa siglo XXI (que no es lo mismo que cien años atrás), amantes, monjas, prostitutas, puritanas, esposas devotas, profesionales exitosas, amigas, fiesteras, huecas y superficiales, profundas y pensantes, envidiosas, sinceras y.... cuántas cosas más puede ser una mujer!! Y.... ¿quién se anima a juzgarlas?. ¿Quién decide cuál tiene mejor reputación?, ¿Quién sabe cuál es el límite?, ¿Quién señala y tira la primera piedra??...
2 comentarios:
Tu observación es acertada: la sociedad fue cambiando. De la misma manera fueron cambiando los conceptos. ¿No habrá cambiado también el concepto de "reputación"?
Creo que en esta época la idea de reputación se acerca más a los hechos públicos que a los privados, a los hechos sociales más que a los problemas de alcoba. ¿no te parece?
Un abrazo ¡seguí escribiendo!
Persis: gracias por el comentario. Coincido con vos. Trataré de seguir escribiendo.
Susana
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