12/6/08

Con el "hongo" operado (Primera parte)


Tras 25 años de sufrir problemas de meniscos, ligamentos cruzados rotos, cartílagos lastimados y no sé cuántas otras yerbas más, mi marido (cariñosamente "el hongo") decidió operarse su complicada rodilla derecha.
Peregrinó durante un mes para que la prepaga tuviera todo listo para la fecha de la cirugía. Ja, Ja. Todavía está esperando un miserable hemosuctor que debía entrar con él al quirófano. Como los argentinos lo arreglamos todo con alambre, los médicos lo suplantaron por un sachet de plástico y una cánula. Total, a ellos no se les iba a inflamar la pierna como un globo aerostático si algo salía mal.

Después de una hora y media salió del quirófano (tardó tanto porque en el sanatorio hay una sola camilla para entrar y sacar pacientes de la sala de cirugía, él era de los últimos).

Ni bien lo llevaron a la habitación, dos experimentadas enfermeras lo "tiraron" a la cama y le hicieron volar el hemosuctor prefabricado que precariamente pendía de su herida. El doctor no le dió mayor importancia. Total, a él no se le iba a inflamar la pierna como un globo aerostático si algo salía mal.
El "hongo" en su salsa, durmió como si la peridural con la que lo anestesiaron hubiese estado preparada para un elefante. Yo supongo que si lo hubiesen anestesiado totalmente habría dormido por dos días. Y ojalá hubiese dormido un poquito más!! Cuando se terminó de despertar empezó mi martirio: que poneme las medias, que sacame las medias, que tengo hambre, que el té con tostadas no me llena, que traéme una bolsa con hielo para que no se inflame, que pasame el control remoto, que mové el televisor, que subime la cama, que bajame la cama, que dame agua, que no tengo sueño (¡obvio, si había dormido como un lirón!), que ¡¡a él se le iba a inflamar la pierna como un globo aerostático si algo salía mal!!.... má qué molesto que sos, hombre!!!

Dios es sabio, nos eligió a las mujeres para parir, porque estos machos maricones no aguantarían ni la primera, suave y leve contracción.

Por suerte la cena fue temprano, por supuesto todo se lo corté y se lo di en la boca, ¡Cómo si la operación de la rodilla le hubiese alterado el movimiento de las manos!

Mal suponía yo que, una vez terminada la cena, él iba a mirar tele un rato y yo podría dormir. Con el estómago contento el hombre se calmó, pero nuestros vecinos de la habitación contigua parece que sufrían de insomnio y que estaban festejando algo, porque hablaban tan alto como si estuvieran en una confitería con la música al taco.

Como es de esperarse no pude con mi genio y fui a la enfermería a poner las quejas, las que fueron amablementes recibidas, pero que no sentaron precedente alguno, ya que el jolgorio continuaba. Tenía que elegir entre, golpear al convalesciente rompe bolas que tenía al lado o, la puerta de nuestros desconsiderados vecinos. Naturalmente ganó la cordura y ... toc, toc, retumbó la puerta en el sanatorio. Silencio. Vuelvo a la habitación. Cierro los ojos. ¡Otra vez el griterío! Respiro hondo, cuento hasta dos millones de ovejas y las clasifico por sus colores y por fin me quedo dormida.

El enfermo ni se movió en toda la noche (si lo hizo ni me enteré porque dormí poco pero profundamente).
Por suerte a la mañana siguiente el médico le dió el alta, no antes de vaticinar una inflamación, posible febrícula para los próximos días, moretón gigante y algún dolor intenso en la zona. El alta médica estaba dada, pero se supone que una persona que acaba de ser operada de una rodilla debe salir de la institución en silla de ruedas y se supone que algún enfermero es el encargado de llevarlo hasta la salida.

Como lo obvio no siempre lo es, nadie era el encargado de llevar una silla de ruedas a la habitación. La enfermera del pasillo me mandó a buscar a la enfermera camillera, que estaba dentro de quirófano, lugar donde no se permite el ingreso a ningún simple mortal. Tras esperar media hora a que se abriera la puerta, me derivaron a la guardia, donde aparentemente había otra silla, ya que la de quirófano es exclusivamente para los operados. En la guardia, después de quince minutos un médico, con menos onda que un muerto, asoma la cabeza, creo yo que por error involuntario y, me le acerco para solicitarle gentilmente la silla. ¡Casi me come! "La silla de la guardia es para pacientes de la guardia, vaya a quirófano!!"¿¿?? Medio desorientada tuve que pegar media vuelta porque no me dió tiempo para retrucarle algo o para suplicarle por una silla, me cerró la puerta de tal forma que si no muevo la cabeza me la corta.

Iba yo meditando si lo sacaba a la rastra, si llamaba a los bomberos, si me quejaba en la administración, si me iba y lo abandonaba a su suerte, cuando de repente el empleado de seguridad, que me había visto peregrinar por varios motivos durante dos días, me preguntó qué andaba buscando, "una silla de ruedas" dije tímidamente, por miedo a que me sacara tarjeta roja y no me dejara volver a atravesar la puerta que él tanto custodiaba. De pronto ... se hizo la luz! el hombre caminó dos pasos, abrió la puerta de la sala de rayos, pidió prestada una bendita silla de ruedas y me la facilitó.

Cuando llegué el enfermo estaba tranquilo como agua de tanque, creo que ni había pestañado en la hora que perdí buscando su medio de movilidad.

De más está decir que tuve que sentarlo yo en la silla, llevarlo hasta la recepción, buscar el auto, estacionar lo más cerca posible, porque en la entrada justo había llegado una ambulancia, sacarlo, esquivar todos los pozos de las veredas rotas, subirlo al auto, devolverle al hombre de seguridad la silla y agradecerle y luego ir a conseguir un par de muletas, para que comenzara lo antes posible la rehabilitación ...

2 comentarios:

ALMA dijo...

Ayyyyyyyy me dolió a mi!!!y eso que no me operaron de la rodilla!!!!!!!

Que calvario, querida mía.

Yo pasé algo parecido con mi ahijado el año pasado, cuando se rompió todos los ligamentos y cuanta cosa hay en la rodilla, al caerse de la barra de gimnasia, practicando p'a rendir un exámen, p'al profesorado de educación física.

Si querés en otro momento te cuento mis experiencias hospitalarias, ya que tengo muuuuchas, porque mi Amorcito cada tanto me da un buen sustaso y termina en terapia intensiva....si, si no se anda con chiquiteces....así que sé de portazos en la cara, conseguir alguien que te pregunte que necesitás, ventanas que se abren cuando cerras la puerta, enfermeras que corren a los enfermeros dentro de terapia, y que se yo cuanto mas

Y ahora como está el Sr. "Hongo" mejora????

Te mando un beso y aél también y si es papi, un feliz día

Susana dijo...

Alma: el "hongo" está bastante bien, ya dejó las muletas y se prepara para festejar un día del padre a media máquina, pero a su mejor estilo: "tranquilo" y sin preocuparse por nada.
Me imagino que tus experiencias de internación deben ser más trajinadas y estresantes que las mías. Terapia intensiva es como entrar a la mismísima "dimensión desconocida" nadie te dice nada y todos ponen una cara de circunstancia fatal.
Que pases un hermoso fin de semana!